jueves, 7 de marzo de 2013

8m, mucho más que un día: Proserpina no llevaba corbata.

PROSERPINA NO LLEVABA CORBATA.

Mucho tiempo pensé que trabajar entre hombres era divertido, lleva un tiempo entender sus códigos, pero una vez que traspasas la barrera y consigues que te hablen sin mirarte al escote, eres consciente que has conseguido ser un igual, o al menos eso quieres creer. Es duro reconocerlo, pero una mujer tiene que conseguir el respeto de sus compañeros y para ello tiene que demostrar muchas más cosas de las que tendría que demostrar un hombre en el mismo puesto. Se nos exige profesionalidad, dedicación, agudeza y fuerza en la toma de decisiones y de algún modo no escrito, tenemos que ir dejando claro a cada paso que podemos hacerlo sin pasar por la cama de nadie, que lo hacemos con la misma facilidad que un asado o una compota de manzana, sin “empujoncitos” innecesarios.
Cual metáfora del rapto de Proserpina, la vida de la mujer directiva se divide entre el trabajo y el hogar. Cuando se dirige a su trabajo se transforma en la profesional que debe demostrar tras cada decisión que es la correcta y que está adecuadamente preparada para dar lo que se pide de ella, que es capaz de hacer lo que haría alguien con corbata, sin despeinarse y sin que se le corra el maquillaje y cuando vuelve a casa y se quita los tacones, se transforma en la dulce Proserpina, dispuesta a aliviar un resfriado a besos  mientras prepara una suculenta sopa y canta la canción de moda en el Clan. Y todo por el mismo precio.

No voy a hablar de lo difícil que le resulta a una mujer llegar a ocupar puestos de responsabilidad, ni tampoco de los ya manidos porcentajes de representación, ni siquiera de los días de más que tenemos que trabajar para obtener el mismo salario, tan de moda en el último informe sobre brecha salarial. En un día tan importante para todas nosotras, me voy a permitir el lujo de hablar del día a día de miles de mujeres que tienen que conjugar milimétricamente su vida personal y profesional.


Yo no sé cómo habrán llegado la mayoría de hombres a puestos de responsabilidad, lo que si se es que nadie cuestiona, en la mayoría de los casos, si ha tenido que visitar alguna alcoba, a pesar de mostrar una incompetencia clara en la consecución de sus objetivos. Lo que si se, es la cantidad de veces que he tenido que esquivar propuestas alejadas de una relación profesional y poner mayor empeño para ser tomada en serio. Tus propuestas tienen que ser brillantes, sin fisuras, sin atisbo alguno de error porque si no es así, siempre llegará un compañero que con menos esfuerzo o tomando unas cervezas conseguirá que su idea cale. Y no es que no nos guste tomar cervezas, ¡qué va! es que en ese momento nos dirigimos a toda velocidad hacia nuestro hogar donde tenemos un importante proyecto que sacar adelante llamado Familia.

Ese si que es un trabajo con mayúsculas, en el que somos médicos, chef, profesoras, psicólogas y hasta adivinas (siempre tienes que saber donde está todo) y que curiosamente no es tenido en cuenta. A ninguna de nosotras se nos pasa por la cabeza incluir cualquiera de estas habilidades en nuestro CV y creedme estamos sobradamente preparadas para manejar presupuestos imposibles, gestionar RRHH (con y sin mocos), tomar decisiones difíciles y trazar planes estratégicos a corto, medio y largo plazo.

Afortunadamente muchas de nosotras contamos con parejas que comparten estas responsabilidades, que se esfuerzan porque ocupemos un papel de iguales en la familia, que entienden nuestras necesidades y que apuestan por nuestro papel en el mercado laboral, aunque hay que reconocer que un abrazo de madre no se puede comparar con nada en el mundo.

Sin corbata ni tacones, esa es la huella que me gustaría dejar, la de una MUJER, capaz de conseguir lo que se proponga.

Proserpina.

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