LA MUJER EN POLÍTICA.
Suele denominarse
“techo de cristal” a ese límite invisible que el sistema capitalista patriarcal
impone a las mujeres. Frente a la falsa creencia de grandes avances en materia
de igualdad, vemos como los salarios de las mujeres siguen estando por debajo
del de los hombres, el paro se ceba con el sector femenino, y las mujeres
siguen ocupando un lugar “de segunda” en la sociedad.
Pero, ¿existe ese
techo de cristal también en política?
La división sexual
del trabajo llevó a las mujeres a ocuparse de los cuidados, es decir, a
realizar un tipo de trabajo que no producía plusvalía, que resultaba necesario
para el engranaje. Para que los hombres pudiesen acudir a las fábricas a
realizar el trabajo productivo, las mujeres debían quedarse en casa, ocupándose
de los hijos y las tareas domésticas. Esto provocó que durante muchos años las
mujeres estuviesen alejadas del espacio público.
Casi dos siglos
después, las mujeres seguimos ocupando un segundo plano en el espacio público,
en especial, en política. Pareciera que el problema estuviera resuelto viendo
que muchas de las personas que ostentan cargos de responsabilidad en los
partidos son mujeres. Pero si rascamos un poco nos damos cuenta de cómo, para
alcanzar esos espacios de poder, ha tenido que ser acosta de adquirir roles
históricamente masculinos: Alzar la voz, ser agresivas, soberbias, fuertes…
La Izquierda no nos
salvamos de caer en estas dinámicas, y aún a día de hoy, herramientas de
empoderamiento tan básicas como son las cuotas de género, siguen conllevando
una gran polémica y sobretodo, siguen siendo una gran amenaza para muchos
hombres que ven como pueden perder espacio de poder ante la entrada en el mundo
de la política de la mujer. Así, bajo la excusa de falta de experiencia o de
formación, se intenta justificar bajo el criterio masculino lo absurdo de
implantar cuotas de género. No obstante, las mujeres no debemos tener miedo a
dar un paso adelante, a asumir cargos de responsabilidad, a ser personajes
públicos, ni mucho menos debemos permitir que nadie, y mucho menos compañeros
de partido, pongan en duda nuestras capacidades. Es obligación de cualquier
organización de izquierdas que se haga llamar feminista formar a sus mujeres
para que sean capaces de ostentar estos cargos públicos.
Decía Esperanza
Aguirre que ella no es feminista. Lo que no decía es que ella ha llegado a ser
presidenta de la Comunidad de Madrid gracias a los avances que el feminismo ha
logrado, al convertir a la mujer en una persona que forme parte del espacio
público.
Pero aún nos queda
mucho por hacer.
Cristina Gonzalez Perez.
Psicóloga, concejala de IU-LV en el Ayuntamiento de las Rozas y co-cordinadora de jóvenes IU-CM.
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